miércoles, 17 de mayo de 2017

Sangre en el costado

Mientras aún tenía tiempo.

Porque sin tiempo le quedaba muy poco. Y porque el hambre era cada vez más apremiante.

No era el temor a la bestia lo que le detenía, sino su mente consciente de sí misma. Privar de la vida a otro ser vivo para satisfacerse a sí mismo parecía inmoral incluso en sus circunstancias definitivas. Posiblemente el nunca haberlo hecho antes, o la esperanza de ser rescatado antes de sucumbir, le mantenían al filo de la posibilidad - o de la imposibilidad.

El dolor se filtraba, y la saliva comenzó a fluir desesperada, junto con el sudor. La sangre, escéptica, se hacía liviana y se espesaba. Un pie temblaba.

Al siguiente instante limpiaba sangre de su costado. Imposible saber de quién era, pero la temperatura de la herida le hacía pensar que era suya también.

Su oponente no parecía mejor librado, pero tampoco había calmado su hambre (y tampoco la propia). Si aquel sonido no eran los pasos de alguien, antes de expirar solo quedaban sus ojos envueltos por el urgente instinto por sobrevivir.



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