miércoles, 17 de mayo de 2017

Sangre en el costado

Mientras aún tenía tiempo.

Porque sin tiempo le quedaba muy poco. Y porque el hambre era cada vez más apremiante.

No era el temor a la bestia lo que le detenía, sino su mente consciente de sí misma. Privar de la vida a otro ser vivo para satisfacerse a sí mismo parecía inmoral incluso en sus circunstancias definitivas. Posiblemente el nunca haberlo hecho antes, o la esperanza de ser rescatado antes de sucumbir, le mantenían al filo de la posibilidad - o de la imposibilidad.

El dolor se filtraba, y la saliva comenzó a fluir desesperada, junto con el sudor. La sangre, escéptica, se hacía liviana y se espesaba. Un pie temblaba.

Al siguiente instante limpiaba sangre de su costado. Imposible saber de quién era, pero la temperatura de la herida le hacía pensar que era suya también.

Su oponente no parecía mejor librado, pero tampoco había calmado su hambre (y tampoco la propia). Si aquel sonido no eran los pasos de alguien, antes de expirar solo quedaban sus ojos envueltos por el urgente instinto por sobrevivir.



domingo, 11 de diciembre de 2016

Dar gracias

Era muy joven para entender fuerte y claro que la impermanencia es, inevitablemente, permanente.
Lo era también para darme cuenta de que el tiempo es veloz cuando no lo vigilas. Y lo fui para creer que el amor es romántico.

Gracias por enseñarme que el mundo entero no es lo suficientemente vasto para esconder a dos personas que se van a encontrar.
Por ayudarme a mirar hacia adentro.
Por recordarme que sólo en la obscuridad es donde brillan las cosas.
Por acompañarme a explorar.
Por ser libre conmigo y reírnos juntos de nosotros mismos.
Por no conformarte con el silencio.
Por creer en las cosas que yo no creía.
Por compartir conmigo las estrellas.



viernes, 20 de noviembre de 2015

Dos Whiskys

Afortunadamente desde los veintitantos ya te gustaba el whisky (porque es la única botella que tengo, y no hay nada más que ofrecerme).

-Justo después de agregar los hielos en el vaso, recuerdo que a esa edad no lo tomaba sólo con agua mineral... pero no hay otra cosa con qué mezclarlo, así que te lo ofrezco así. No estaba preparado para tomarme un trago conmigo. Y es que ahora que tengo 30, sé que es fácil olvidar ciertas cosas (a decir verdad, recordar detalles útiles nunca ha sido común en mí - desde que tomaba el whisky con bebidas energéticas). 

No tenemos mucho tiempo (después de la fortuna de volvernos a encontrar, era de esperarse que no nos estaría permitido extender la plática a más de unos minutos), así que vamos directo al grano: voy a platicarte lo que extraño: 


  • La ingenua ilusión de que voy a ser tan joven por tanto tiempo, que cuando ya no lo sea, me habré cansado de serlo, por lo que no lo extrañaré en lo absoluto.
  • La cantidad enorme de tiempo que dedicaba a soñar despierto.
  • Escuchar música todas las noches


¿Me pasas esa servilleta?


                                                                              __



.Es posible que a partir de hoy me acostumbre al whisky sin bebidas energéticas. Me encanta porque creo que es más sofisticado. Parece ser que no te importó que estuviera prohibido (aparentemente aprendiste a perderle el respeto a ciertas reglas), y a pesar de la advertencia me dejaste escrito en la servilleta: "todo lo que no vas a extrañar:


  • La necesidad de recibir su aprobación.
  • Tu trabajo
  • Tus prejuicios"


                                                                              __



- ¿Qué vas a hacer ahora que sabes todo esto?


lunes, 7 de octubre de 2013

Más vale


Honestamente, más vale que llueva esta noche. 
Porque más vale que algo diferente azote la ventana. Que un olor distinto me atraviese la nariz y la garganta y no sea ya el sabor transparente a nada que reptó mi cuerpo desde en la mañana.
No sólo por eso, sino porque vale más que de agua se mojen las sábanas y los calcetines, a que se seque la espontaneidad ingenua de la adolescencia. 
Sobre todo, más vale que esta noche llueva, porque sé que cada gota está ansiando susurrarme una vez más que dominar el pasado no significa conocerse a sí mismo. Que para escapar no es necesario ni siquiera moverse, mientras escapen la mente y la voluntad. Y que la única manera de abrazar el pasado, es dejarlo ir muy lejos.

Pero ante todas las cosas, que llueva esta noche, porque es menos probable. Y de improbabilidades realizadas quiero llenar mi vida.

martes, 25 de diciembre de 2012

Los vivos dicen "presente"

Saber y entender son cosas tan distintas, que de no ser así, la mayoría de nosotros no lloraría en un velorio. Me parece que es falta de madurez. Cuando somos niños, no entendemos por qué tienen que terminar  tan pronto las visitas a casa de nuestros amigos.O las fiestas. O los chocolates. Y entonces con el paso del tiempo, todos vamos "aceptando" que es natural. O al menos que no hay que quejarnos. A no ser que se trate de nuestra vida o la de alguien que amamos.

Creo que la mayoría somos profundamente inmaduros. O egoístas. Que nos quede claro:

Que somos energía, y como tal, no desaparecemos. Nos transformamos
Que la sustancia está en ambicionar mejor, no ambicionar más
Que la sociedad es un verdugo, y el tiempo es su cómplice
Que nadie "pierde la vida". La devuelve
Que no vivir el presente es muy similar a no estar vivo. 




martes, 6 de noviembre de 2012

Reservas Ocultas

La realidad nunca había sido como entonces: antes, no creía en las coincidencias (sólo en las pequeñas), ni en la compleja libertad. Pero había algo en común a través del tiempo: las ganas de ver.

Cuando la gente se enteraba de que él era ciego, empezaba una predecible danza de preguntas a las que él estaba habituado a contestar con "desde que nací", "no, nunca, nada", y "no sé, me he ido acostumbrando a andar por mí mismo".

La primera vez que tuvo que detener su monólogo para contestar una pregunta fue cuando escuchó "¿cómo sueñas y con qué?

Para él, la figura humana no era nada desconocido (nació adentro de una y ahora vivía dentro de la suya propia). Tampoco lo era el sol. Ni la lluvia, la música ni la voz de las personas que más quería. También podía saber cuando su perro tenía el pelo largo, o cuando tenía hambre. A veces pensaba que también podía pescar una mentira en la voz de las personas. Y ni hablar de emociones, porque había nadado en todas, las más profundas - donde no llega la luz - y las que están en la superficie.

¿Por qué entonces habría de soñar diferente? Pensó.
Ah, claro...

"Si las cosas que sueñas están determinadas por las que ves, no estás soñando bien", contestó aquella vez.

Acostado boca arriba, esta noche toda su atención no podía sino fijarse en el pasto mojado y el agresivo olor del campo que la gente llamaba "sutil" cuando lo percibía. Inhaló. Y al exhalar tuvo que cerrar los ojos: todo eso brillaba demasiado.

lunes, 1 de agosto de 2011

Brújula

A pesar de haber visto cómo el barco se hundió y los demás no pudieron salir a flote, seguía dudando de su decisión. No estaba seguro de que sobrevivir había sido lo mismo que salvarse. 
Habiendo dormido durante tantas horas antes del accidente, no tuvo oportunidad de conocer su ubicación. Y en una noche sin luna, las estrellas miopes no representaban ayuda. Ahora lo único que necesitaba era su brújula, y se sintió afortunado de saberse un obsesivo incapaz de dormir sin ella. 
Al mismo tiempo que una ola ligeramente más helada que el resto del mar, el espasmo en su estómago le pegó con fuerza: la brújula no estaba en su bolsillo izquierdo, donde acostumbraba. 
Sin considerar la salvación como una posibilidad, permaneció nadando durante lo que pudo haber durado una vida, un sueño, un amor, o una muerte. Y por cada gota de agua que lo rodeaba, pensó en un momento pasado. Bajo esas circunstancias, no pudo clasificarlos en buenos ni malos: únicamente recordaba la intensidad de cada uno, y respiró hondo, salvado por haber descubierto que no importa el sabor de un momento, como el tiempo que permanece en el paladar.
De pronto, sintió que algo lo golpeaba en el pie.
Era arena.

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