lunes, 27 de septiembre de 2010

Lluvia

Pocas cosas en esta ciudad son naturales, y yo tengo una creencia muy fuerte sobre el gusto humano por lo natural: me parece que todas las personas nos regocijamos profundamente en el hecho de encontrar algo indomable, fuera de nuestro control, que nos haga sentir pequeños. Probablemente genera alivio enterarnos de un temblor de dimensiones bíblicas para darnos cuenta de que nuestros problemas no son tan importantes. 
La lluvia suele ser un justo medio para mí: funciona para recordar que la naturaleza, (regularmente una espectadora silenciosa), suele tener la última palabra en muchas situaciones, y logra recordárnoslo sin las consecuencias catastróficas propias de un “desastre natural”. 
Estoy convencido de que no existe mejor manera de experimentar una lluvia, que empapándote con ella. Limitarte a escucharla y verla en la ventana, es como asolearte con unos Ray-Ban debajo de una sombrilla. Como nacer con un estómago, una garganta y un corazón capaces de experimentar más emociones de las que pueden definirse, y conformarse por miedo con unas cuantas que ya existen en el diccionario.

(AlmazUK, Flicker)

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